Buzón de Quejas


Queja, palabra que para algunos significa resentimiento o disgusto en torno a una situación, para otros es la manera de denotar inconformidad sobre algo. Para mi, la queja es un espacio donde el suelo es arena movediza, es un espacio adictivo donde abunda la negatividad y cuyo alto precio es el desgaste. ¿Por qué decidí escribir sobre la queja?, en los días en los que me dedico a observarme he notado como muchas veces me veo tentada a entrar en el espacio de la queja y como inconscientemente retomo patrones que son todo menos un puente hacia la tranquilidad.

Si partimos del hecho de que toda acción tiene una intención positiva, entonces algo ganamos al quejarnos, quizás sea procurar la atención de otros, drenar el cúmulo de emociones que tenemos respecto a algo o a alguien, tal vez sea el medio para ser el centro de atención, para estar a la moda de los comentarios generalizados que son parte del día a día. Rafael Vidac plantea que "Con la mitad de la energía necesaria para expresar una queja, se empieza a construir una solución", y ciertamente podemos destinar nuestro esfuerzo mental en buscar un medio, en lugar de seguir buscando argumentos que alimenten y expandan nuestra zona de quejas.

Cuando nos quejamos ¿De quién lo hacemos?, es realmente la otra persona, el grupo de personas o la organización, quienes tienen la responsabilidad de hacernos entrar en el circulo vicioso de la queja, ¿De qué manera somos nosotros quienes decidimos generar comentarios que en lugar de nutrir o de unir, abren más brechas y fortalecen la separación?, ¿Qué podemos hacer al respecto?. Según mi (mi experiencia de vida, el primer paso es ser conscientes de que forma nos estamos comunicando, cual es el contenido de nuestros mensajes, con que frecuencia nos quejamos, sobre que tópicos lo hacemos. El primer paso puede ser identificar que se está en la zona de queja, y procurar mantener la observación interna más activa ya que a veces podemos suponer que hemos salido de ella, cuando realmente no lo hemos hecho.

El segundo paso, es identificar que ganamos al quejarnos, que beneficio supone hablar de una situación que te generó incomodidad o molestia, ¿Qué obtienes al hacerlo?. En tercer lugar, la pregunta que me hace despertar del letargo de la queja es, ¿Qué dice ti el estarte quejando continuamente?.

Responder, puede ser sencillo o difícil, en todo caso el objetivo es definir que podemos hacer si queremos cambiar este aspecto en nosotros y para eso me gusta pensar en la posibilidad de que nuestras palabras se convirtieran en alimentos o bebidas, si así fuera lo que decimos o estamos por decir  ¿nutre? ¿da vida?, ¿quita la sed?, antes de pronunciar un comentario que denote inconformidad mucha veces me hago estas preguntas, es un camino extenso que se va construyendo con el esfuerzo y la voluntad de querer ser mejores con nosotros y con nuestro entorno, y que caminamos con la firme intención de crear un terreno que sea fértil y que a futuro de frutos positivos.

Hoy, puedo decir que aun visito la zona de quejas, quizás con menos frecuencia, que aún me propongo cada día que mis palabras edifiquen, y creo que esa es la base para en lugar de buscar la perfección procurar cuidar y mantener la autenticidad.

Finalmente, aceptar y abrazar lo que somos sigue siendo el impulso para seguir avanzando.

Con cariño...

Vanessa 


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